domingo, 13 de enero de 2013

Memorias de un contradictorio

Cuando en clase el profesor nos preguntó que es lo más indudable, a nadie se le ocurría la solución. Empezamos a decir muchas cosas que nosotros pensábamos que eran indudables, hasta que el profesor nos "rayaba" la cabeza con posibles teorías. Por ejemplo: le decíamos que la muerte es lo más indudable, y él nos contestaba diciéndonos "a lo mejor podemos estar en un sueño y cuando muramos nos despertaremos". Esto nos parecía razonable. Pero a medida que iban pasando los minutos de clase se nos ocurrían cosas más absurdas y complejas, uno llegó a rayarse de tal modo la cabeza que argumento que un color es lo más indudable.
Acabamos la clase y a nadie se le ocurrió. Entonces nos propuso el profesor que lo intentásemos pensar sin preguntárselo a ningún alumno del año pasado. Entonces me dije: "lo más indudable en estos momentos es que todo el mundo se lo va a preguntar a uno del año pasado",
Pasó el fin de semana, y cuando el martes volvimos a clase, en efecto, uno se lo había preguntado a otro del año pasado, y este, muy sabiamente según el profesor, le respondió con un ejemplo, que el de mi clase lo soltó en clase sin llegar a comprenderlo.
Y luego nos explicó la cosa más indudable: "El principio de no contradicción". Seguramente todos pensamos, por lo menos yo sí, cómo no se me había ocurrido, si es una tontería.
A raíz de esto que he comentado, quiero plantear la siguiente pregunta: ¿Por qué el ser humano intenta responder a las preguntas de un modo tan complejo, si la mayoría de las respuestas son muy obvias? Yo tengo la respuesta, somos tan inteligentes que a veces nos comportamos como tontos.
Agustin R.

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